- No se trata de una crítica genuina o fundamentada, sino de una campaña orquestada para debilitar el proyecto de nación que ha puesto fin a los negocios opacos de unos cuantos.
En los últimos meses, hemos sido testigos de una ofensiva mediática articulada contra la Cuarta Transformación, una estrategia que responde a intereses económicos que vieron sus privilegios desmoronarse con la llegada de un gobierno comprometido con la transparencia y la justicia.
Los ataques no son espontáneos ni aislados. Por el contrario, siguen un patrón perfectamente identificable: columnas de opinión replicadas en distintos espacios sin variación alguna, donde se repiten los mismos argumentos y acusaciones sin sustento. Esta sincronización no es casualidad; es evidencia de un esfuerzo coordinado para desinformar y manipular la percepción pública.
Este patrón de ataques no es exclusivo de un solo estado o un solo funcionario. Se ha visto en ataques a la gobernadora Delfina Gómez en el Estado de México, así como en otros estados como Tamaulipas, Oaxaca y Veracruz, por mencionar algunos.
Detrás de esta narrativa se encuentran grupos económicos que durante décadas se beneficiaron de contratos públicos adjudicados en la opacidad, sin competencia real ni garantías de calidad para la ciudadanía.
Hoy, al ver cerradas esas puertas, recurren a la desinformación como una herramienta de presión y desgaste político. Su objetivo es claro: debilitar la confianza en los gobiernos de la 4T para intentar restaurar los viejos esquemas de corrupción.
Este tipo de estrategias no solo afectan la imagen de la administración pública, sino que también erosionan el derecho de la ciudadanía a recibir información veraz y objetiva. En un contexto donde la transformación avanza con reformas clave y un nuevo enfoque en el ejercicio del poder, la desinformación se convierte en una herramienta de quienes buscan frenar el progreso.
Frente a estos intentos de desestabilización, es fundamental que la ciudadanía mantenga un análisis crítico y no se deje engañar por quienes, desde el anonimato de una columna de opinión financiada, intentan imponer una narrativa construida en la mentira y la nostalgia de un pasado donde pocos se beneficiaban a costa de muchos.
La 4T ha demostrado que el cambio es posible y que el gobierno está para servir al pueblo, no a intereses particulares. Ante los embates de la desinformación, la respuesta debe ser clara: seguir avanzando con hechos, con resultados tangibles y con la convicción de que el bienestar de la mayoría no puede estar supeditado a los intereses de unos cuantos.
